72 días en los andes

En estos días se está hablando a dos manos de la Tragedia de los Andes en 1972 gracias a que tío Netflix sacó una película que cuenta muy bien lo que pasó. Si todavía no la has visto, o si quieres saberte los datos de ese viaje tan agrio, agarra una tacita de café, siéntate, y léete este filete.

Los antecedentes

El vuelo que protagoniza esta historia en un principio era casi montarse en un bonche bus, porque para 1972, irte de viaje no era el trajín que es hoy. En ese entonces, el director del equipo de rugby uruguayo Old Christians Club, Daniel Juan, contrató un avión Fairchild FH-227D de la Fuerza Aérea Uruguaya para llevar a su equipo a Chile a un partido.

Los miembros del equipo eran muy jóvenes (entre 18 y 25 años) y todos ellos armaron su coro para ir al partido porque, aparte que nunca cae mal la compañía, también el vuelo salía más barato mientras más se llenaba el avión. Así que al final terminaron subiendo los 19 miembros del equipo, algunos familiares y amigos de ellos, una señora que no tenía nada que ver con nadie pero aprovechó ese vuelo para llegar a Chile a la boda de su hija y 5 tripulantes del avión.

El vuelo

Así como Colón en su momento, el 12 de octubre de 1972, el vuelo arrancó para Montevideo, Chile, pero tuvieron que quedarse a pasar la noche en Mendoza, Argentina, por un frente de tormenta de aire que había en los Andes. El detalle es que desde Mendoza hasta Montevideo, en teoría se puede hacer una ruta directa y llegar en paz, pero por el tamaño de las montañas en los Andes, esa ruta solo se puede hacer si el avión alcanza los 25 000 - 26 000 pies de altura —que en el caso de este avión está demasiado cerca de su techo de vuelo— y en este vuelo era impracticable, por el tipo de avión y porque iba lleno. Así que la opción era hacer una vuelta en U para después coger ruta.

El problema estuvo en la vuelta en U. Ese día había muchos factores que no favorecían el vuelo y para rematar se cree que el piloto —a quien nadie le quita su mérito porque era un experimentado piloto de la Fuerza Aérea que ya había sobrevolado la zona 29 veces— estimó mal su posición creyendo que habían pasado la zona de Curicó. Después de pasar esa zona se supone que el vuelo podía comenzar el descenso y como eso fue lo que informaron a la torre de control, comenzaron a bajar.

Ahí comenzó la peor parte

Una turbulencia comenzó a sacudir el avión mientras bajaba y una corriente provocó que bajara más de la cuenta. El piloto intentó maniobrar y salvar ese vuelo pero al final el avión chocó por lo menos 3 veces con las montañas en lo que tocaba tierra.

Durante el primer impacto lamentablemente dos tripulantes de cabina y 3 pasajeros fallecieron cuando se despegó la cola del avión. Luego, por el segundo impacto fallecieron dos pasajeros más y después, con el impacto final fallecieron 4 pasajeros más y el piloto.

Visto en: RTVE

Los que quedaron

Eran 33 y varios de ellos estaban gravemente heridos. Para dicha de todos, dos de los que sobrevivían eran Roberto Canessa y Gustavo Zerbino, dos estudiantes de medicina que se dedicaron durante los primeros días a hacerse cargo de los heridos, en orden de prioridad. 

Pero si ya era difícil lidiar con todo lo que estaba pasando, la noche en los Andes para esa época era una desgracia. Todo estaba cubierto de nieve y las temperaturas llegaban bajo cero. Pero ellos se dedicaron a apretarse dentro de la parte del avión donde estaban, usaron las maletas para hacer paredes y las fundas de los asientos como mantas.

Del otro lado de la historia

El Servicio de Búsqueda y Salvamento Aéreo de Chile mandó 4 aviones a sobrevolar la zona cuando pasó una hora luego del tiempo estimado de llegada. Cuando recorrieron volando toda la zona estimada, concluyeron que el avión había caído en una de las zonas con menos acceso de los Andes. Pero lo que no sabían era que, en realidad, el avión había caído 1 km al este de la frontera entre Argentina y Chile.

Durante 8 días los equipos de búsqueda se la pasaron sobrevolando el lugar buscando el avión y hasta pasaron por donde estaban, pero por mala suerte, la nieve no permitía ver el fuselaje donde ellos estaban refugiados. Así que, a los 8 días de buscar y buscar, cancelaron la búsqueda.

Volviendo a los sobrevivientes

Un superhéroe de esta historia, Nando Parrado —miembro del equipo de fútbol—, despertó del coma en el que estaba, 3 días después y se levantó listo para ayudar a quien lo necesitara. Él también era estudiante de medicina.

Durante la primera semana todo fue sobrevivir y refugiarse del frío. Descongelaban la nieve en planchas de metal para tener agua disponible —aunque el agua de nieve no hidrataba—, crearon lentes improvisados para evitar la ceguera de la nieve —que sucede por la alta exposición a rayos ultravioletas— e improvisaron con partes del avión y crearon zapatos adecuados para poder caminar por la nieve. Pero ya a los 10 días habían 6 nuevos fallecidos, todos estaban muy débiles, ya no quedaba comida y tampoco agua hidratante.

Visto en: Cronista

Había que sobrevivir

Así que la decisión más pesada apareció por el hambre: había que consumir partes de los cuerpos de los que habían fallecido. La decisión, según describen los mismos sobrevivientes, no fue para nada sencilla y en los primeros días algunos ni siquiera comían o vomitaban lo que se habían comido. Pero, según describe Nando Parrado: «A menos que quisiéramos comernos la ropa que llevábamos puesta, aquí no había nada más que aluminio, plástico, hielo y roca».

Ese detallito fue lo que los mantuvo vivos. Canessa, de 25 años, era el que se encargaba de cortar la carne con un pedazo del parabrisas del avión. Algunos pensaban que se iban a condenar al infierno si comían carne humana pero terminaron justificando todo hasta con la biblia.

Pero también había que irse

Así que un grupo —Nando Parrado, Roberto Canessa, Numa Turcatti y Antonio Vizintín— decidió que iban a arrancar para averiguar por dónde iban a llegar a sus casas. Ese primer viaje fue todo un fracaso por culpa del clima y tuvieron que devolverse. Encima de eso, con los días que pasaban fueron falleciendo más personas (3), incluido Numa Turcatti.

Con casi 70 días viviendo en la nieve, se decidieron a buscar ayuda otra vez y se fueron Nando, Canessa y Vizintín con unos bultos improvisado: saco de dormir hecho aislante térmico y tela impermeable del avión; un poco de carne para el camino; y mucha ropa para sobrevivir.

La cuestión es que 

Le dieron para allá y cuando se dieron cuenta de lo difícil y largo que iba a ser decidieron solamente seguir Parrado y Canessa —Vizintín se devolvió con los demás—. Pasaron las de Caín y su hermano, pero varios días y 60 km después se toparon con el río Azufre de Chile y varios signos de vida.

Hasta que un día se toparon con 3 hombres a caballo que les aseguraron que al día siguiente volvían por ellos. Y así mismo fue, el 21 de diciembre de 1972, Sergio Catalán, le tiró una nota en una piedra al otro lado del río y ahí Parrado le escribió lo siguiente:

Vengo de un avión que cayó en las montañas. Soy uruguayo. Hace 10 días que estamos caminando. Tengo un amigo herido más arriba. En el avión quedaron 14 personas heridas. Tenemos que salir rápido de aquí y no sabemos cómo. No tenemos comida. Estamos débiles. ¿Cuándo nos van a buscar arriba? Por favor, no podemos ni caminar. ¿Dónde estamos?

Y ahora comienza la mejor parte

Sergio y otros compañeros los llevaron hasta el pueblo chileno de Puente Negro, de ahí los llevaron a la comisaria y ellos llamaron al Ejército de Chile. A Parrado y a Canessa se los llevaron al pueblo para que pudieran descansar.

Al día siguiente y gracias a la ayuda de Nando Parrado, lograron llegar a los 14 sobrevivientes que quedaban en los Andes. Ese día el equipo de rescate se llevó a la mitad de los sobrevivientes, abrigaron a los otros, se quedaron con los que quedaban y se los llevaron un día después. El 24 de diciembre de 1972 ya estaban todos en los hospitales de Santiago de Chile.

Visto en: CNN

La recuperación

A todos los supervivientes tuvieron que tratarlos por malnutrición y diferentes lesiones en todo el cuerpo. Luego, con el tiempo, todos tuvieron que ir a terapia para superar diferentes traumas relacionados a perder familiares, comer carne humana y sobrevivir en situaciones horribles; algunos como Carlos Páez terminaron siendo alcohólicos por un tiempo y/o consumiendo drogas; y otros tardaron años para volver a montarse en un avión, como fue el caso de Daniel Fernández, a quien hasta para sacarlo de los Andes tuvieron que dormirlo.

Visto en: Fotogramas

Y hoy por hoy

Los cuerpos de los fallecidos fueron enterrados en una fosa común en los Andes; se quemaron los restos del avión; los sobrevivientes confesaron con un sacerdote haber comido carne humana y se les afirmó que era válido por haber sido una situación in extremis; y ahora son todos profesionales, la mayoría da conferencias; incluso han regresado al lugar, que al día de hoy ya no tiene nieve por el cambio climático.

Todos los supervivientes —que hoy todavía son amigos— se pusieron de acuerdo por primera vez para lograr esta película de Netflix y algunos, como Roberto Canessa y Carlos Páez, hacen un cameo. Todos ellos ayudaron a los actores a entender cómo pasaron esos momentos y fueron parte de la producción de la película. Por eso es tan especial. 

Y aunque la película biográfica tiene excelentes críticas —90% en Rotten Tomatoes— también aparecieron críticas negativas porque no hay personajes negros, ni personajes gays y aparecen muy pocas mujeres. Así que véala bajo su propio riesgo.

Fuentes consultadas

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