Las muchachas que te controlan

¿Alguna vez te has preguntado cómo es que logramos caminar automáticamente sin pensar en cada paso que damos? ¿O cómo llegan nuestros pensamientos? ¿O de dónde proviene esa sensación repentina de escalofríos? Hoy vamos a tratar de darle respuestas a estas preguntas de la manera más sencilla posible. Eso sí, come algo o agarra un café y ponte en modo ciencia.

Neuronas: las verdaderas reinas del chisme corporal

Las neuronas son las estrellas de este espectáculo, actuando como las mensajeras del sistema nervioso central. Seguro que has escuchado eso del sistema nervioso central. Este sistema incluye el encéfalo (ubicado en la cabeza y compuesto por el cerebro, el cerebelo y el tronco encefálico) y la médula espinal (que recorre la columna vertebral). Lo chulo es que las neuronas no solo reciben información de ellos y las mandan al resto del cuerpo, sino que también reciben información del cuerpo y se las mandan a ellos. Es un lleva y trae constante.

Antes de explicarte lo del lleva y trae, vamos a planchar lo del encéfalo y la médula. No tienes que memorizar que el encéfalo es una estructura compuesta por el cerebro, el cerebelo y el tronco encefálico, pero sí saber que funciona como el centro de comando supremo, coordinando todo, desde la generación de pensamientos hasta la orquestación de movimientos. Por su parte, la médula espinal actúa como una autopista de información sin peaje y con un paso rápido que funciona de verdad, facilitando la rápida comunicación entre el encéfalo y cada rincón de tu cuerpo.

De arriba pa’bajo, y de abajo pa’rriba

Por eso es que las neuronas andan siempre con un juidero. Aparte de mandarle al cuerpo la información que viene desde el sistema nervioso central, que realmente se le llama «descendente», también tienen la función de enviarle información «ascendente», que va desde el cuerpo al sistema nervioso central.

¿Por qué ese lleva y trae es importante? 

Porque no solo tu cerebro tiene que hablarle a tu cuerpo; también tu cuerpo tiene que hablarle al cerebro. Por ejemplo, si tu cuerpo experimenta alguna sensación, como el tacto suave de una brisa, un beso detrás de la oreja, un abrazo fuerte, una plancha caliente o el calor del solazo quemándote la piel, las neuronas transmiten esa información de vuelta al centro de comando, permitiendo que proceses y respondas a estas sensaciones. O te mandas, o te acurrucas, o se te eriza la piel y todas esas yerbas aromáticas.

Hay que agradecerle a esta gente

Imagina que estás en finales del siglo XIX. La manera en cómo funciona nuestro cerebro era más misteriosa que el paradero de Quirinito. En este escenario, entra en escena Wilhelm Waldeyer. Él bautizó a estas células con el nombre de «neurona», inspirado en el término griego 'neuron', que significa 'nervio'.

Después de que Wilhelm hiciera ese primer análisis, apareció el español Santiago Ramón y Cajal, y habló por primera vez del WhatsApp de las neuronas, que es lo que ahora conocemos como «sinapsis neuronal» o la comunicación entre neuronas, asegurando que las neuronas son entidades independientes que se comunican entre ellas para crear conexiones especializadas.

Volviendo a las neuronas…

En el cuerpo no tenemos ni una ni dos, sino alrededor de 100 mil millones de neuronas trabajando como un call center dentro de nosotros. Y aunque son muchas, no son todas iguales. Varían según su función, su ubicación y su forma, pero no vamos a entrar en eso ahora para que este especial no se haga más largo que la recta de Azua.

Para asegurar la calidad del soporte brindado…

Como ellas son muchas, tienen que estar bien comunicadas todo el tiempo para que uno no ande chipeando. Por eso aparece la gran aliada de la que hablábamos arriba: la sinapsis.

La sinapsis no es más que un juego del telefonito en esteroides. El impulso nervioso —donde está la información que hay que ejecutar— primero recorre la neurona, y cuando llega a sus dendritas (que son como los brazos de las neuronas) salta a la otra neurona a través de los neurotransmisores. Ese proceso se repite hasta llegar a su destino final y eso es la sinapsis neuronal.

Para ser más específicos

Cada decisión del cuerpo o cada movimiento genera un reguero de neurotransmisores que salen desde el sistema nervioso central hasta el resto del cuerpo en cuestión de milisegundos. Hasta ahora se han descubierto por lo menos 60 tipos distintos de neurotransmisores y cada uno con una señal concreta —adrenalina, dopamina, noradrenalina—. Según el mensaje que el cerebro quiera mandar a determinadas zonas del cuerpo, se libera un neurotransmisor, que llega hasta la neurona receptora a través de varias sinapsis. Repetimos, un telefonito en esteroides.

¿Adónde vamos?

¡A dejar un mensaje! Sí, las neuronas y su sinapsis son como Dora: saben exactamente hasta dónde van pero siguen un mapa. Las neuronas migran dentro del cuerpo para mandar algunos mensajes —probablemente archivos importantes y clasificados— y para viajar usan señales químicas y eléctricas. Estas señales son como un GPS integrado que las guía a ir exactamente al receptor final. Vamos a explicarte esas diferencias mejor.

Señales Químicas = Fiesta de Moléculas

Imagina una fiesta exclusiva donde las moléculas son las invitadas estrella. En esta fiesta, las moléculas neurotransmisoras son las que llevan la batuta. Ellas se encargan de transmitir mensajes de una neurona a otra a través de sustancias químicas. Es como si fueran mensajeros VIP que cruzan una sala VIP para entregar mensajes.

En este evento exclusivo, las moléculas neurotransmisoras cruzan un espacio llamado sinapsis química, que es como la pista de baile donde se encuentran y comunican. Pero en lugar de bailar se fajan a chismear para compartir información.

Señales Eléctricas = Relámpagos Cerebrales

Ahora, imagina que dentro de nuestras neuronas hay una verdadera tormenta eléctrica, pero que no hace daño. Las señales eléctricas son como relámpagos que viajan mucho más rápido que tú cuando tienes un cólico, llevando información de una parte de la neurona a otra.

Es como un espectáculo de luces que ocurre en un concierto de rock, donde las luces (o en este caso, las señales eléctricas) crean un ambiente energético y vibrante.

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Para que entiendas los ejemplos

Señales Químicas - Liberación de melatonina durante el Sueño

Imagina que la melatonina es como una suave melodía que suena de fondo mientras te preparas para dormir. Esta hormona es liberada por la glándula pineal, especialmente cuando está oscuro (por eso es importante no ver nada brillante de noche), porque le indica a tu cuerpo que es hora de relajarse y dormir.

Señales Eléctricas - Respuesta a un estímulo táctil

Imagina que le pusiste la mano a una plancha caliente. En ese momento, se generan potenciales de acción, que son como alertas eléctricas rápidas que viajan a través de tus neuronas para informar a tu cerebro sobre el calor. Se prende una alarma para que quites la mano rápidamente y no te lleve el diosn’t.!

Vida y muerte de la neurona

Sí, porque nacen y mueren también. El nacimiento de nuevas neuronas se conoce como neurogénesis, es un tema de debate en la comunidad científica. Porque aunque la mayoría de las neuronas están presentes desde nuestro nacimiento, hay evidencias que sugieren que la neurogénesis puede ocurrir durante toda nuestra vida.

El Viaje de una Neurona

Ya que nacen, las neuronas emprenden un viaje para encontrar su lugar en el cerebro, pero hay veces que puede salir mal. Utilizan métodos como seguir fibras de células gliales radiales o responder a señales químicas para llegar a su destino. Sin embargo, a veces se les va el Internet y el Waze no dice nada, así que algunas pueden terminar en lugares incorrectos, lo que puede llevar a trastornos como la epilepsia infantil o la dislexia.

La muerte

Sí, es normal que mueran neuronas cada día en los humanos. La muerte de las neuronas es un proceso natural de envejecimiento. Se estima que una persona de entre 20 y 30 años de edad pierde alrededor de 10 mil neuronas al día, lo que equivale a unos tres millones y medio al año. Pero recuerda que tenemos 100 mil millones de neuronas, por lo que la pérdida natural es poco considerable. Aunque las recientes investigaciones confirman que las neuronas tienen la capacidad de regenerarse, siguen siendo más las que perdemos que las que recuperamos.

¿Entonces no hay salvación?

Sí hay. Las neuronas no tienden a atrofiarse o morirse porque sí. Los científicos están explorando formas de manipular células progenitoras neurales para reemplazar células cerebrales dañadas o muertas, lo que podría ser bien útil para el tratamiento de enfermedades como el Alzheimer y trastornos cerebrales.

Y en resumen

Explicar cada detalle nos tomaría al menos cuatro especiales más, pero tratamos de explicar lo básico. Lo importante es que recuerdes que las neuronas no solo están en el cerebro, sino que en varias partes del cuerpo están estas células activas como un call center para dar respuesta. Sirven para recibir y enviar información y también para protegernos y dar la señal de alerta en el cerebro.

Échate un cubo de agua fría y feliz fin de semana neuronal.

Fuentes consultadas

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