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Anatomía de un sistema corrupto

Edición Especial

En el último episodio de Gepiano Pódcast recomendé el libro Why good people do bad things: Understanding our darker selves. Lo dije por el tema del año: el caso SeNaSa. Como estudiante de psicología, me gusta ver ese lado de las cosas. En este artículo voy a tratar de explicar por qué recomendaba este libro que habla de las Sombras que cargamos todos nosotros y por qué me parecía tan pertinente para explicar qué diablos pasó aquí. 

¿Y si fueras invisible?

Imagina que encuentras una pulsera que te hace invisible. ¿Robarías? ¿Brecharías? ¿Sobornarías? ¿Matarías?

Esta pregunta es más vieja que cagar en cuclillas: tiene 2,400 años. La hizo Platón en La República con el mito del pastor Giges, quien encuentra un anillo que lo hace invisible. Como nadie lo ve, ahora roba, mata al rey, y toma el trono. Platón usó este mito para preguntar: ¿actuamos moralmente por miedo a las consecuencias, o porque genuinamente somos buenos? 

Platón no creía que Giges fuera malo por naturaleza. Creía algo más incómodo: que el problema no era la invisibilidad, sino la ignorancia moral. Para Sócrates y Platón, si una persona comprendiera de verdad lo que el mal le hace a su propia alma —no solo las consecuencias legales o sociales— actuaría bien incluso cuando nadie la ve. 

En RD acabamos de comprobar algo que la psicología moderna ya sabía: entender lo correcto no inmuniza contra hacer lo incorrecto. El caso SeNaSa demuestra que el conocimiento moral, sin controles y sin vigilancia no sirve de mucho. Parece la historia de unos funcionarios y empresarios corruptos, pero realmente es la radiografía de un sistema entero que operó como si fuera invisible. 

Funcionarios, médicos, empresarios, un partido que se creía moralmente superior, y una sociedad que admira al tíguere hasta que lo agarran. Todos tenían versiones del anillo de Giges. Y todos lo usaron.

El mejor laboratorio

SeNaSa era un buen ejemplo para probar si actuamos decentemente cuando nadie nos ve.

Ahí se mueven miles de millones de pesos sin pasar por Compras y Contrataciones. Un consejo que no servía para mucho. Fiscalización históricamente débil. Podían mandar los estados financieros maquillados. Pacientes pobres sin fuerza ni conocimiento para cuestionar a nadie. Un director que venía del sector privado (ya rico), y hasta donde se sabe, sin necesidad económica urgente.

Y un elemento clave: un gobierno que llegó al poder vendiéndose como "el cambio”, con una narrativa completa construida sobre NO ser el PLD corrupto.

Eso último es importante, porque creó la ilusión perfecta de invisibilidad: “Los corruptos son ellos. Nosotros somos los buenos. Luego, lo que yo haga no puede ser corrupción.”

Vámonos con la Sombra

El psicólogo Carl Jung llamaba "la Sombra" a esa parte de nosotros mismos que contiene impulsos, deseos y capacidades que regularmente negamos o no reconocemos, porque no nos gustan o no nos creemos capaces de hacer (o al menos eso le vendemos al mundo). Es lo que rechazamos en nuestra imagen consciente de quiénes somos. Porque uno siempre cree que es incapaz de algo así, hasta que lo hace y ni cuenta se da de cómo llegó ahí.

La Sombra del médico

Facturar procedimientos que nunca se hicieron. Realizar cirugías innecesarias. Inflar costos. Uno entendería que alguien con vocación de salvar vidas sería incapaz de eso (hasta ellos mismos), pero aquí hay una disociación psicológica específica interesante.

El médico tiene que verse a sí mismo como "profesional de la salud" mientras le hace daño a los pacientes. Una herramienta que permite esto es la asimetría de información: básicamente, que el paciente pobre en un hospital público no tiene forma de saber si realmente necesitaba esa operación. No puede cuestionar la factura. No entiende los procedimientos.

Si el paciente no sabe, es como si no hubiera pasado. Y si no pasó para el paciente, tampoco pasó para el médico que tiene esta disociación psicológica.

En muchos casos, el médico no se levanta pensando conscientemente “hoy voy a hacerle daño a alguien”. Eso no lo hace menos responsable. Lo que ocurre es una racionalización progresiva: cada decisión se justifica como técnica, administrativa o inevitable, hasta que el daño queda normalizado y deja de sentirse como daño.

La Sombra del empresario

Empresarios ricos pagando sobornos para mantener unos contratos que sabían ellos que le estaban haciendo un hoyo al Estado. 

Aquí la Sombra es diferente: el empresario se ve como un emprendedor exitoso, operando bajo la lógica de que "esto es business as usual, to el mundo lo hace, así funciona el sistema aquí”. El soborno para ellos no es corrupción, sino el costo de hacer negocios con el Estado. Esta gente no ve al Estado como un bien común, sino como un cliente que hay que mantener contento.

La invisibilidad aquí es de pura clase social: los pacientes de SeNaSa están tan lejos de la realidad de estos empresarios, que esos pobres infelices son abstractos para ellos. Esos pacientes se convierten en números en un reporte. Para ellos no son personas reales con familias, dolor y necesidad. Y en este caso, si no ves el sufrimiento, es como si no existiera.

Y hay algo más oscuro en esta sombra: el placer del poder. Controlar contratos millonarios. Tener funcionarios que te deben favores. Sentir que el sistema te pertenece. Eso genera una droga psicológica que no se compra solo con el dinero. 

La Sombra del PRM

Esta gente operó dentro de un partido que se construyó sobre una narrativa de superioridad moral. Y esa narrativa creó la trampa perfecta no sólo para nosotros, sino para ellos mismos.

El PRM llegó al poder con una identidad completa basada en NO ser el PLD. "Ellos roban, nosotros servimos”. “Nosotros somos el cambio”. Toda la campaña y sus logros descansaban sobre esa diferencia moral. Todavía siguen con lo mismo diciendo que son diferentes porque hacen una cosa que nunca se había hecho. Todavía siguen predicando la misma superioridad moral, y por ende, siguen en el mismo error.

Esa idea conecta con algo que en filosofía se conoce como intelectualismo moral, heredado de Sócrates: la creencia de que conocer el bien basta para hacerlo. Hoy muchos la cuestionan, porque sabemos que entender que algo está mal no nos vuelve incapaces de hacerlo.

Quizá esto es un error de las cabezas de este partido junto con el presidente. Asumieron que por identificarse como "los buenos" automáticamente lo serían. No implementaron sistemas reales de fiscalización interna. No crearon mecanismos especiales de transparencia. Porque claro, los corruptos eran los otros.

Al proyectar toda la capacidad de corrupción sobre el PLD, el PRM se volvió inconsciente de que sus miembros también tenían el potencial para ser corruptos.

Decía Carl Jung que nadie puede volverse consciente de la Sombra sin un esfuerzo moral. El PRM como partido no hizo ese esfuerzo. Asumió que la Sombra vivía en Casa Nacional del PLD y que automáticamente desaparecería cuando ellos llegaran al poder.

Se equivocaron. La Sombra no vive en los partidos: vive en las personas.

La Sombra del PLD

Durante 16 años, el PLD operó bajo la lógica de que gobernar era un derecho adquirido. Que el Estado era de ellos. Que criticarlos era atacar "el progreso”. Cuando los escándalos aparecían, la respuesta era la misma: proyectar, negar, comparar con gobiernos anteriores.

Pero ninguno entiende que la relación PRM-PLD no es los buenos vs. los malos. Es un espejo. Son dos expresiones del mismo sistema cultural. Ambos asumen que el problema es "el otro partido" y no la estructura mental compartida que permite la corrupción. Y ahora quieren volver al poder, diciendo que saben que se cometieron errores. Pero cambiar de partido sin cambiar estructuras mentales es una garantía de que van a repetir lo mismo.

Nosotros los lambones del más tíguere y el más rico 

República Dominicana tiene una relación de doble moral con la corrupción. Admiramos al tíguere, al más vivo, al que se las sabe todas. Eso sí, hasta que lo atrapan. Entonces nos indignamos y ni siquiera queremos que se haga el debido proceso. Hay que darles pa’bajo y los declaramos culpables cuando ni han llegado a un juicio de fondo. Claro, ayudados todos por un Ministerio Público que le encanta la farándula y el juicio público.

Pero tampoco pensamos en nuestro propio anillo de Giges: ¿cuántos de nosotros actuaríamos distinto si tuviéramos el poder que tenía este grupo? ¿Cuántos empresarios que critican los sobornos los pagarían cuando es necesario para mantener sus negocios?

Los complejos culturales dominicanos 

Hay ideas y comportamientos que una cultura comparte sin darse cuenta, que operan automáticamente. Jung hablaba de complejos psicológicos; en lo cultural ocurre algo parecido. Estos patrones culturales no hacen la corrupción inevitable, pero sí probable cuando no existen contrapesos reales. Por eso no basta con buenas intenciones. Volvemos a lo mismo: hacen falta sistemas que asuman lo peor del ser humano y lo limiten.

El tíguere como héroe cultural. El que sigue las reglas es un pendejo. El que se las sabe todas y sale impune es un genio. Esta gente de SeNaSa probablemente no se veían como ladrones, se veían como los más tígueres. Y culturalmente, aquí eso tiene prestigio.

El Estado como botín. Históricamente, quien llega al poder, pellizca (inserte voz de la Fruta). No vine a robar, sino que “llegó mi turno”. El Estado ya no es de todos, sino del que lo controla en el momento. Este complejo puede explicar por qué cada cambio de gobierno significa cambio total de personal, contratos, todo. O sea, no van a administrar el Estado sino a conquistarlo.

Los pobres son un concepto. Para la clase que operó este esquema, los pacientes de SeNaSa no son personas reales. Son números. Su sufrimiento es invisible porque están en hospitales públicos que estos empresarios y médicos privados nunca se atreverían a mandar a sus hijos ni usarlos ellos mismos. Ese es un problema de vivir en una burbuja de clase hermética, que puedes destruir vidas sin verlas. Hay que decir que algunos de estos sí los veían, a diario. Ya habrá que ver con qué desayunan estos verdugos.

La lealtad como valor supremo. "No voy a traicionar a los míos" pesa más que "voy a defender a los vulnerables." Los empresarios se protegen entre sí. Los médicos se protegen entre sí. Los partidos protegen a los suyos. La lealtad al grupo está por encima de la ética, hasta que la mierda hiede tanto que ya no se puede tapar y luego decir que tenemos amigos, no cómplices. 

Estos complejos son invisibles para quienes los tienen. Y mientras no los hagamos conscientes, seguirán produciendo los SeNaSa, los empresarios corruptos, médicos azarosos, y ciudadanos como nosotros que nos indignamos selectivamente.

¿Y entonces?

Na, tenemos que seguir viviendo en RD. El PRM puede reconocer que venderse como "el cambio" sin tener sistemas reales de fiscalización y control es una mentira. Asumir que todos los perremeístas tienen el potencial de ser corruptos. No porque son perremeístas, sino porque son humanos. 

El PLD puede dejar de criticar y aceptar que 16 años normalizando la corrupción crearon las condiciones para que el PRM repitiera el patrón. 

Los empresarios y médicos pueden entender que la lealtad de clase no está por encima de la ética, que el Estado no es un botín, que los pacientes pobres son personas y no números. 

Nosotros como sociedad podemos dejar de ser tan lambones y de creer que llegará un salvador. Tal vez deberíamos exigir sistemas en lugar de personas, y entender que la corrupción no es un problema de "ellos”, sino que es un potencial humano universal que requiere vigilancia constante. Pero nada de eso va a pasar si no aceptamos primero que todos tenemos una Sombra.

¿Qué nos queda?

La lección del caso SeNaSa no es que esta gente sea inherentemente mala. Es que personas normales, con poder, sin supervisión y con una narrativa que las absuelve, pueden cruzar límites que juraban no cruzar. Eso no elimina la culpa individual. La explica, pero no la borra.

La Sombra no es algo que tienen "los corruptos”, es algo que tenemos todos. 

República Dominicana puede seguir en el mismo ciclo: cambiar de gobierno, cambiar de partido, repetir, indignarse selectivamente, proyectar la Sombra en "los otros”. O tal vez podemos hacer el trabajo difícil de mirarnos al espejo. No como PRM vs. PLD, no como médicos vs. empresarios vs. funcionarios, sino como sociedad que comparte complejos culturales que permiten que esto pase. 

Aquí nos hemos manejado casi siempre como si nadie nos viera. Fíjate en el tránsito, mientras más tintado el cristal de los carros, la imprudencia aumenta considerablemente. SeNaSa nos mostró el costo de esa ilusión. 

Si te cabe una meta de año nuevo, una buena puede ser no ponerte como moralmente superior a los demás. Porque como decía Terencio “Nada humano me es ajeno”. 

James Hollis no me paga un peso por esto, pero el link del libro está aquí.

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