No lo vi venir

Edición especial

Mañana 13 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Trombosis, así que vamos a aprovechar para aprender sobre una de las principales causas de muerte que se pueden prevenir. Este día puede pasar desapercibido, porque a diferencia de muchos días mundiales de lo que sea, no busca venderte un producto ni darte un sermón, sino para que tú y yo entendamos los riesgos, los síntomas y cómo prevenir esta condición antes de que sea demasiado tarde. 

Probablemente, has escuchado el término «trombosis» en algún momento, especialmente en los últimos años, cuando se habló mucho sobre los ‘trombos’ en relación con algunas vacunas contra la covid-19. Los trombos son coágulos que se forman en los vasos sanguíneos y que pueden complicarle la vida seriamente a alguien. Aunque la conversación sobre trombos se ha calmado, la trombosis sigue siendo un problema de salud global. Cada año, este asesino silencioso afecta a millones de personas en todo el mundo. Y lo peor de todo es que la mayoría de los casos podrían prevenirse.

Tipos de trombosis: Los coágulos no piden permiso

Hablemos de los dos tipos principales de trombosis: la venosa y la arterial.

Trombosis Venosa Profunda (TVP)

Imagina que un coágulo se forma en una de las venas profundas de tus piernas, bloqueando el flujo de sangre. Esto es lo que pasa con la Trombosis Venosa Profunda, la cual puede ser silenciosa, pero potencialmente mortal si el coágulo se suelta y viaja hacia los pulmones. Ahí es cuando las cosas se ponen realmente serias, porque puede provocar una embolia pulmonar. De hecho, la TVP y la embolia pulmonar casi siempre van en pareja, tanto que en conjunto se conocen como tromboembolismo venoso (TEV).

Trombosis Arterial

Pasa cuando un coágulo decide bloquear el paso de la sangre en una arteria. Esto puede cortar el suministro de oxígeno a órganos vitales y provocar un infarto o un accidente cerebrovascular (ACV). Aquí no hay espacio para baraje, el tiempo es esencial.

Ambos tipos de trombosis son graves, pero lo más importante es que muchos casos se pueden prevenir con un chin de conocimiento y atención a los síntomas.

¿A quiénes les toca estar más atentos?

Sabemos que a veces las cosas simplemente pasan porque estamos vivos, pero en el caso de la trombosis, hay ciertos factores que aumentan las probabilidades de que te veas envuelto en este lío. Hagamos una lista de las personas que tienen más bolos en la tómbola:

Inmovilidad prolongada

¿Viaje largo en avión? ¿Horas muertas sentado frente al escritorio sin moverte?  ¿Una cirugía que te dejó en cama por un largo tiempo? Estar inmóvil por mucho tiempo es uno de los factores más comunes para que un coágulo se forme en las venas. Por eso, en vuelos largos o tras una operación, moverse un poco de vez en cuando no es solo un consejo dizque para estirarse y quitarse la cuaja, es una necesidad. De hecho, uno de los mayores riesgos de estar hospitalizado por mucho tiempo es precisamente el tromboembolismo venoso. No es casualidad que después de algunas operaciones te recomienden moverte lo antes posible. 

Condiciones médicas crónicas

El cáncer, las enfermedades cardíacas, y últimamente el COVID-19, aumentan el riesgo de desarrollar trombosis, porque ya de por sí afectan el sistema circulatorio, haciendo más probable que se formen coágulos. Además, algunos tratamientos médicos como la quimioterapia también pueden aumentar este riesgo.

Factores hormonales

Aquí van las mujeres en bastante desventaja, porque el uso de anticonceptivos orales y la terapia de reemplazo hormonal (que muchas mujeres usan durante la menopausia) son conocidos por aumentar el riesgo de trombosis. Si a esto le sumamos el embarazo, otro período en el que los niveles hormonales están por las nubes, el riesgo se incrementa aún más.

Obesidad: más peso, más riesgo 

Con la obesidad también hay que quererse por dentro, especialmente si pensamos en trombosis. La obesidad ejerce presión sobre las venas, en especial en la zona del abdomen y las piernas, aumentando la posibilidad de que se formen coágulos. Además, las personas con obesidad regularmente se mueven menos, lo que empeora el escenario. 

No es sorpresa que la obesidad sea uno de los principales factores de riesgo para desarrollar trombosis, pero lo que quizás no sabías es hasta qué punto el exceso de peso puede aumentar las probabilidades. Existen muchos estudios que confirman esta conexión entre la obesidad y la enfermedad tromboembólica venosa (ETV). Por ejemplo, en el famoso estudio de Framingham, se descubrió que las mujeres que murieron por embolia pulmonar tenían más peso que aquellas que fallecieron por otras causas.

Otro estudio, el Nurses' Health, mostró que un índice de masa corporal (IMC) de 29 o más ya era un factor de riesgo independiente para la embolia pulmonar. Pero no solo las mujeres están en riesgo: un estudio sueco encontró que los hombres con una circunferencia de cintura de al menos 100 cm, que es un indicador de grasa abdominal, tenían un riesgo cuatro veces mayor de sufrir ETV que aquellos con una circunferencia menor. Además, los datos de altas hospitalarias han mostrado que las personas obesas tienen entre dos y tres veces más probabilidades de sufrir ETV.

Pero aquí no acaba la historia. La obesidad no solo aumenta el riesgo de tener un primer episodio de trombosis, también aumenta las probabilidades de que se repita. Algunos estudios han revelado que por cada aumento en el IMC, el riesgo de ETV recurrente sube un 24%.

Este vínculo entre obesidad y trombosis es más complicado de lo que parece. Para que no sigas relajando con que el exceso de grasa es una reserva de energía, este también provoca una respuesta inflamatoria crónica que afecta la coagulación de la sangre.

Tabaquismo

Aquí había que llegar. Ve pensando en cómo terminaba cada anuncio con la ley 42-01. No es ningún secreto que fumar es perjudicial para la salud, pero pocos saben que también afecta las paredes de los vasos sanguíneos, facilitando la formación de coágulos. Sumemos eso a que el tabaco afecta el flujo sanguíneo y ya tenemos la tormenta perfecta para una trombosis.

Escucha a tu cuerpo

La trombosis a veces da cambio de luces. Si aprendes a escuchar a tu cuerpo, podrías detectar las señales a tiempo y evitar que un simple coágulo se convierta en algo mucho más grave. No queremos ser como la búsqueda de Google de cualquier dolor cuando te dice que ya tienes lo peor que puede pasar. Pero es que como trabaja la trombosis hay señales claras a las que deberías prestar atención. 

Por ejemplo, si tienes una pierna hinchada, caliente o te duele sin motivo aparente, podría tratarse de una Trombosis Venosa Profunda (TVP), un coágulo en las venas profundas de la pierna. Y si tienes dificultad para respirar, dolor en el pecho o toses con sangre, podrías estar frente a una Embolia Pulmonar (EP), que ocurre cuando un coágulo llega a los pulmones. En ambos casos, no lo pienses dos veces y sal para emergencia.

Una resaca es una resaca, verdad, pero a veces, también puedes sentir cansancio extremo o dolores de cabeza sin haber tomado, durmiendo bien y sin ninguna razón clara. Podría ser una señal de que tu circulación está deficiente, así que no olvides mencionárselo a tu médico.

Cuando un coágulo decide arruinarte la vida

Pero con la trombosis no estamos hablando solo de un dolor incómodo en la pierna o un pequeño susto con la respiración: las cosas pueden ponerse feas.

Embolia Pulmonar: El coágulo que juega a ser turista

Una embolia pulmonar es, digamos, el peor de los escenarios cuando hablamos de trombosis. Ese coágulo que se formó en tu pierna decide darse un paseo por el cuerpo y termina en los pulmones, bloqueando el flujo de sangre. Este no es el tipo de problema que se resuelve con un par de días de reposo, aquí se necesita intervención médica urgente.

Infarto o accidente cerebrovascular: Aquí es cuando las cosas se ponen serias

Si el coágulo se forma en una arteria, es hora de preocuparse. Un infarto o un derrame cerebral pueden ser el resultado de que el flujo sanguíneo al corazón o al cerebro se corta. Aquí el reloj corre rápido, cada minuto sin tratamiento aumenta el daño, y no estamos hablando de algo que puedas ignorar y decir «denle agua con azúcar y échenle aire». No, esto es grave y requiere atención inmediata.

Síndrome postrombótico: El recordatorio incómodo

Superaste la trombosis, ¿todo bien, no? Pues no siempre. Muchas veces, la TVP deja una especie de "souvenir" conocido como el síndrome postrombótico. Básicamente, el coágulo daña las venas de tal forma que la sangre no circula bien y la pierna se queda hinchada, pesada, o incluso con cambios de color y úlceras. Es como tener una pierna que te recuerda cada día que una vez tuviste trombosis.

¿Quién podrá defendernos?

Bueno, aparte del médico si te agravas, pues tú mismo, o tú misma. Aquí no se trata de subir fotico y video a Instagram. Estos consejos pueden ayudarte a reducir el riesgo.

Deja de fumar y muévete, aunque no tengas ganas. Este no es un consejo de tu influencer favorito, es una realidad. Si pasas horas sentado o en cama, o en un avión, después de una cirugía o frente a la computadora, muévete un poco cada cierto tiempo. Tan sencillo como caminar un par de minutos o mover las piernas cuando estás sentado. No hay que correr un maratón, solo asegurarte de que la sangre siga fluyendo como debe.

Ya dijimos lo de la obesidad, así que mantén un peso saludable. Sabemos que bajar de peso no es fácil. No hay que convertirse en atleta olímpico, pero si necesitabas una razón más para bajar esas libras, aquí lo tienes. 

Habla con tu médico sobre anticonceptivos y hormonas, porque no es que tengas que dejar de tomarlos, pero saber tu riesgo y tomar las medidas necesarias no le hace daño a nadie.

En fin...

La trombosis no avisa, pero con la información correcta puedes adelantarte. Prevenir es tan sencillo como moverte, cuidar tu peso, y escuchar a tu cuerpo. No subestimes los síntomas ni te dejes sorprender por un coágulo. Tú tienes el poder de actuar antes de que sea tarde.

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