Tú dices que no, pero sabes

Edición Especial

Si tú no te crees inversionista, ¿para qué fuiste al colegio? Ah, sí, eso era una inversión de dinero y de tiempo. La verdad es que la vida misma te empuja a invertir. Lo que pasa es que no lo llamas así. De hecho, es probablemente por lo que sigamos todos vivos, porque estamos destinados a pensar a largo plazo. Cuidas a tus hijos no por retorno inmediato. Y pudieras llamarle amor, pero protegerlos garantiza algo más grande que tú: continuidad. Ayudas a otros, no por estrategia, sino porque evolutivamente hemos aprendido a cooperar y no morirnos solos.


Es algo tan sencillo como saber que sembrar un árbol hoy, es la única forma de que crezca mañana. Eso es invertir. Invertir es parte de estar vivo.

No somos iguales

Lo que sí es que no todos invertimos en las mismas cosas. Unos invierten en su cuerpo, otros en su tranquilidad. Hay otro que deja el celular en sonido en las noches, por si llama su mamá. Hay otros que se quedan callados en una discusión tonta con su pareja no porque no tengan razón, sino porque quién se va a amargar el día por decir que “ganó”.  Uno lleva años invirtiendo. Si todavía no te convences, pero eres de los que invierte bien su tiempo, vamos a seguir con el recorrido.

Inversión en relaciones

Te levantas a las 6:30 a.m. para llevar a tu hijo a un juego de fútbol. Aunque no sea muy bueno todavía y lo dejaron la mayor parte del juego en la banca, ahí te quedas. Esperando bajo el sol y con el clásico dolor de espalda. Pero estás ahí. Ese gesto y esa espera no están en ninguna cuenta bancaria, pero acumulan valor. 

Es sábado y llamas a tu abuela para decirle que vas a comer allá hoy. Le escribes a alguien solo para saber si llegó bien. Eso también es inversión. Emocional. Invisible, pero poderosa.

Inversión en salud

El cuerpo, que a veces parece el enemigo, es en realidad el fondo de inversión más importante. Por eso decides volarte esa pizza de las 11:00 p.m. Te haces el chequeo anual aunque todo te diga que no hace falta. Te inscribes en un gimnasio, no porque quieras cuadritos, sino porque estás cansado de cansarte.  Dormir, comer mejor y moverte también son depósitos que hacen interés compuesto con los años. El retorno de inversión aquí son menos pastillas, menos preocupación para tus hijos y nietos, más energía para jugar con ellos. Bueno, más tiempo de calidad con los tuyos.

Inversión en ti

A eso le llamamos sacrificio. Hay días en los que uno se siente menos. Menos capaz, menos inteligente y atrás del último. Pero aún así, hay gente que se inscribe en curso técnico porque no pudo ir a la universidad. O porque fue, pero ese título no te sirvió para lo que quería. O porque ya pasó el tiempo de esperar que alguien te venga a resolver la vida.

¿Inviertes tu tiempo en las redes o lo malgastas? Porque no es lo mismo acostarse tarde viendo disparates a ver tutoriales en YouTube, o hablar hasta la 1 a.m. con ChatGPT para entender algo de tu negocio. Tomar una certificación online a las 10 de la noche babeando del sueño. Nadie te está aplaudiendo en el momento, pero tú sabes lo que estás haciendo.

Estás invirtiendo en ti. No en la versión perfecta de ti, pero ese es el punto. En la que se levanta con el mismo lío todos los días, pero dice que ahí no se va a quedar. Eso también pasa cuando decides dejar el trabajo que te mata por dentro aunque pague bien. O bueno, también cuando vas a terapia. Tú entiendes el punto: invertir es la única forma de llegar a ser la persona que algún día te prometiste ser.

Inversión en comunidad

No estamos atrapados en el tapón. Somos parte del tapón. Por eso decides darle paso al imprudente que se atravesó, para no ayudar al caos. No comes empanadas, pero se la compras a la doña que anda con la cubeta, y se la regalas al que pide en el semáforo. Compartes un contacto con alguien que está buscando trabajo. Esta es una verdadera inversión a largo plazo, en respeto, red y afecto. 

Y ahora… ¿Y si también inviertes con tu dinero?

Ah, el dinero. No crece en una mata. No crece debajo del colchón. Tampoco crece si lo dejas en tu cuenta. Después de años invirtiendo en todo lo demás, quizás es hora de hacer otra inversión. Pero ya con gente que te la organiza. Sin el sacrificio de trasnocharte todos los días pensando en eso. Una inversión con intención. Ahí entra Parval, el primer puesto de bolsa de República Dominicana con más de 20 años de trayectoria y con un equipo de expertos que te acompañarán a sacarle un rendimiento a tus inversiones. Una plataforma para darle valor real a lo que ya haces todos los días. Una forma de convertir todo ese esfuerzo invisible en un retorno que se vea, se toque y se sienta. Ya tú estabas invirtiendo. Solo que no lo sabías.

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